Los niños dependientes en el llamado tercer mundo, son muchas veces apartados, olvidados y víctimas de la superstición más extrema, que los lleva al abandono en el mejor de los casos, y a muchos de ellos a una muerte cruenta. Así es hoy en día estos niños, en ciertas sociedades, son considerados una maldición, fruto del pecado o incluso como engendros del diablo.
Nuestra labor es dignificar a estos niños. Pero también transmitir a todos aquellos que piensan de esa manera, que justo se trata de todo lo contrario, que los niños, a pesar de la discapacidad, son una bendición, que son niños que están muy cerca del corazón de Dios y que más bien nos encontramos “entre ángeles”, para quienes está reservado un cuidado y una atención muy especial.

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